Hace unas horas se ha conocido el veredicto del jurado en el llamado "caso Camps" o "caso de los trajes". Como se sabe ya, el jurado compuesto por nueve ciudadanos no ha encontrado culpable al ex presidente de la Comunidad Valenciana. Dentro de unos días se hará pública la sentencia. Hasta aquí, el mero relato de los hechos. Unos hechos que han llenado kilómetros de páginas de periódico, horas y horas de programas de radio, tertulias, etc. Las televisiones, por su parte, no se han quedado atrás y han encontrado en el "Caso Camps" un filón informativo en algo que ha supuesto la dimisión anticipada del implicado.
Todo este lamentable asunto debería reducirse a un problema de estricto cumplimiento de nuestro ordenamiento jurídico. El que acusa, debe probar. Pero no. En nuestro país, hace tiempo que se invirtió el proceso y es el acusado el que ha de probar su inocencia. Si además es político, pasará un calvario de juicios mediáticos, donde inevitablemente será condenado.
¿Y ahora qué? ¿Quién le va a devolver a Camps su imagen vilipendiada y maltratada en mil platós y estudios? ¿Quién va a hacer rectificar a esos sesudos contertulios y telepredicadores que, en aras de la decencia política, la habían condenado una y mil veces?
¿Veremos a alguno de estos pseudointelectuales pedir disculpas públicamente al señor Camps? Mucho me temo que no. Al contrario, estos defensores de la pureza democrática manifestarán su desacuerdo con la sentencia e incluso con el sistema. La justicia parece que sólo es válida cuando nos da la razón. Esta es la triste conclusión. Próximamente veremos otros casos que hoy se están juzgando, que contienen interesantes matices por tratarse de un juez el encausado. Pero de eso hablaremos en su momento.
¿Veremos a alguno de estos pseudointelectuales pedir disculpas públicamente al señor Camps? Mucho me temo que no. Al contrario, estos defensores de la pureza democrática manifestarán su desacuerdo con la sentencia e incluso con el sistema. La justicia parece que sólo es válida cuando nos da la razón. Esta es la triste conclusión. Próximamente veremos otros casos que hoy se están juzgando, que contienen interesantes matices por tratarse de un juez el encausado. Pero de eso hablaremos en su momento.
No le tengo una especial simpatía al ex presidente Camps, pero me alegra que si creía en su inocencia, como esta claro que creía, tuviese el valor de enfrentarse a este juicio a pesar de la dureza que ello ha significado para él.
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