Esta frase del Almirante Aznar, mi ilustre antepasado, fue dicha la mañana siguiente de las elecciones municipales que supusieron la abdicación del Rey Alfonso XIII y la llegada de la República.
Juan Bautista Aznar era el Presidente del Consejo después de suceder a Berenguer en un Gabinete en el que él era Ministro de Marina. Los monárquicos habían perdido las grandes ciudades y el clima que se respiraba era de cambio, sin que ningún líder, ni partido tuviera fuerza suficiente para recomponer una situación muy deteriorada.
La frase define a la perfección el momento que vivía España. Sin embargo, esta situación no era excepcional, al contrario, la España del Diecinueve y comienzos del Veinte era un continuo ir y venir de gobiernos y constituciones, de reyes que entraban y salían, de inestabilidad y sobresaltos que culminó, como todos sabemos en el desastre del 36.
A partir de aquí un largo período de dictadura que culmina con la muerte de Franco en el año 75. Se abre una etapa nueva en la historia de España completamente inédita, no porque los peligros no existiesen como en épocas anteriores, sino porque hubo una serie de políticos que supieron interpretar con nuevos métodos y un talante diferente el futuro del pais. Adolfo Suarez, Santiago Carrillo, Felipe Gonzalez, Manuel Fraga, todos los constituyentes, bajo el amparo de un Rey, también distinto, acertaron en la elaboración de una Constitución histórica para España.
Aquí cambió el signo de los tiempos para un país que había vivido convulso y lejos de las democracias occidentales de nuestro entorno. Nuevas ideas, espíritu de conciliación, búsqueda de puntos de encuentro, democracia, democracia, tolerancia, respeto.
La Constitución del 78 ha sido el catecismo de esta España moderna, que si bien hoy pasa por dificultades, también es cierto que tenemos los instrumentos para superarlas sin pensar en otro tipo de soluciones que han jalonado nuestra historia de violencia y luchas fratricidas.
Celebremos el Día 6 de Diciembre como un día grande y festivo para todas las gentes de bien.