En el año 1.916, D.W. Griffith realizó una de las obras maestras del cine, Intolerancia. Una película que a pesar de los años y de ser muda, ha pasado a la historia del séptimo arte. En la cinta se narra, a través de varios ejemplos, los efectos que causa en el ser humano y en la sociedad la práctica intolerante. En unos casos por cuestiones religiosas -las guerras de los hugonotes-, en otros por asuntos sociales -el despido de un obrero-, Griffith nos enseña con mano maestra las miserias del ser humano y hacia dónde le conduce la falta de tolerancia.
Ha pasado casi un siglo desde que se estrenara la película y la historia del mundo sigue siendo la misma. Las revueltas en los países árabes, la discriminación a los emigrantes en la Europa del Euro o, más cercano aún, las disputas políticas -que en muchos casos llegan hasta el entorno más familiar- nos demuestran que la intolerancia sigue siendo uno de los grandes males que aquejan a nuestra sociedad.
Hemos celebrado hace muy poco unas elecciones y los debates, las acusaciones y el estilo de muchos de los contendientes mostraban estar impregnados de esa maldita intolerancia. Hemos de desterrar esta práctica de nuestro quehacer diario si queremos que realmente las cosas mejoren. Entender y respetar al contrario debe ser santo y seña de cualquier representante público. Esto también surtirá efecto en la sociedad que nos elige y nos sigue. Se abre un nuevo ciclo y es el momento.
En relación con este tema, ayer pude asistir a una de las reuniones-comida que a lo largo del año celebramos los antiguos amigos de los Jesuitas. El clan de Pucela organizó un arroz en La Cistérniga y acudimos una docena de compañeros. Como es lógico, uno de los temas de conversación fue el electoral. Rajoy y yo somos los únicos que estamos en esta danza y para todos nosotros es una satisfacción que el próximo presidente sea un compañero de pupitre, independientemente de cuál sea la forma de pensar de cada uno. Nos preocupa que incluso en este tipo de foros cala a veces esa intolerancia con el compañero que piensa distinto.
Lo dicho, el momento es bueno para que el cambio que realicemos sea algo más que de ciclo económico.
LUIS DE ACUERDO CONTIGO.LA ECONOMIA ES MUY IMPORTANTE PERO LA CRISIS DE ESPAÑA ES DE VALORES
ResponderEliminarY DE IDENTIDAD COMO NACION CON SUS PECULIARIDADES.
HAY QUE INYECTAR LA SAVIA NUEVA DE LA REGENERACION
DEMOCRTICA.LA TOLERANCIA Y EL RESPETO HACIA EL QUE
PIENSA DISTINTO.EN UNA PALABRA CAMBIOS PROFUNDOS
EN LA JUSTICIA EN LA REPRESENTACION DE LOS CIUDADANOS Y EN EL FUNCIONAMIENTO DE LAS INSTITUCIONES.
Todo ello debe empezar en los colegios.Debemos estra encima de los educadores para que transmitan a las nuevas generaciones una serie de valores que se han ido perdiendo a lo largo de los años.......
ResponderEliminarComo siempre esos de PUcela tan guapos. Mira Publio, en primer plano. Ale y a seguir comiendo los amigos, que eso es muy importante.
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